Artículo de información

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

31 de octubre del 2024

El Halloween, una de las celebraciones más populares y extendidas en el mundo occidental contemporáneo, tiene sus raíces en una rica tapicería de tradiciones antiguas, creencias religiosas y adaptaciones culturales. Esta festividad, que hoy en día se asocia con disfraces, dulces y decoraciones fantasmagóricas, ha experimentado una evolución fascinante a lo largo de más de dos milenios. Desde sus orígenes en el festival celta de Samhain hasta su actual estatus como fenómeno cultural global, el Halloween ha sido moldeado por influencias celtas, romanas, cristianas y, más recientemente, estadounidenses.

La historia del Halloween es un testimonio de la capacidad de las tradiciones culturales para adaptarse y sobrevivir a través de los siglos. Lo que comenzó como una celebración pagana marcando el final del verano y el inicio del «año oscuro» en la antigua sociedad celta, se transformó bajo la influencia romana, se cristianizó durante la Edad Media, y finalmente se secularizó y comercializó en la era moderna. Este viaje a través del tiempo y las culturas no solo nos cuenta la historia de una festividad, sino que también refleja los cambios sociales, religiosos y económicos de las sociedades que la han adoptado y adaptado a lo largo de los siglos.

Del Antiguo Samhain al Moderno Halloween

El festival celta de Samhain, celebrado el 1 de noviembre, marcaba el final del año y el comienzo del invierno. Para los celtas, habitantes de las actuales Irlanda, Reino Unido y norte de Francia, esta fecha tenía un profundo significado espiritual. Creían que durante esta noche el velo entre el mundo de los vivos y los muertos se adelgazaba, permitiendo el paso de los espíritus (Rogers, 2002).

Los druidas, sacerdotes de la sociedad celta, desempeñaban un papel crucial en las celebraciones de Samhain. Encendían grandes hogueras sagradas que cumplían una doble función: ahuyentar a los espíritus malignos y renovar simbólicamente el sol debilitado del invierno. Realizaban rituales y sacrificios para asegurar la protección de la comunidad durante los meses fríos venideros (Rogers, 2002).

Durante Samhain, la gente se disfrazaba con pieles de animales y máscaras elaboradas. Se cree que esta práctica estaba destinada a confundir o ahuyentar a los espíritus malignos que podían vagar por la tierra. Esta costumbre es considerada la precursora de los actuales disfraces de Halloween. Además, dejaban ofrendas de comida y bebida para los espíritus de los antepasados (Rogers, 2002).

Samhain no solo tenía un carácter espiritual, sino que cumplía importantes funciones sociales y prácticas. Era un momento para que las comunidades se reunieran, compartieran los frutos de la cosecha y se prepararan para el invierno. Los ganados se traían de los pastos de verano, se seleccionaban los animales para la matanza invernal y se renovaban los contratos y acuerdos tribales. Así, Samhain representaba un tiempo de transición y renovación, tanto en el plano espiritual como en el material (Rogers, 2002).

La influencia romana en las raíces del Halloween

Aunque el Halloween tiene sus orígenes principales en el festival celta de Samhain, la influencia romana en las islas británicas también jugó un papel en la evolución de esta festividad. Cuando los romanos conquistaron los territorios celtas en el siglo I d.C., trajeron consigo sus propias celebraciones otoñales que se mezclaron con las tradiciones locales (Hutton, 1996).

Una de estas festividades romanas era Pomona, celebrada a principios de noviembre en honor a la diosa de los árboles frutales y la abundancia. Esta celebración, centrada en la cosecha y la fertilidad, compartía temas similares con Samhain, lo que facilitó una fusión gradual de ambas tradiciones. Los juegos y rituales asociados con Pomona, como el bobbing for apples (pescar manzanas con la boca), se incorporaron a las celebraciones locales y han perdurado hasta nuestros días como parte de las tradiciones de Halloween (Hutton, 1996).

Otra festividad romana que influyó en la evolución del Halloween fue Feralia, celebrada a finales de octubre. Esta era una conmemoración dedicada a los muertos, durante la cual se creía que los espíritus de los fallecidos podían regresar al mundo de los vivos. Esta creencia reforzó y se mezcló con las ideas celtas sobre el adelgazamiento del velo entre los mundos durante Samhain, contribuyendo a la asociación duradera del Halloween con los espíritus y el más allá (Hutton, 1996).

La ocupación romana de Britania duró casi cuatro siglos, proporcionando un amplio período para que estas tradiciones se entrelazaran y evolucionaran. Aunque los romanos nunca lograron conquistar completamente Irlanda, el corazón de la cultura celta, su influencia se extendió a través del comercio y el contacto cultural. Esta fusión de tradiciones celtas y romanas fue el origen para el posterior desarrollo del Halloween, creando una rica mezcla de costumbres y creencias que sobreviviría y se adaptaría a través de los siglos siguientes (Hutton, 1996).

El cristianismo y la transformación de las festividades paganas

Con la llegada del cristianismo al Imperio Romano en el siglo IV, comenzó un proceso gradual de transformación de las festividades paganas. El emperador Constantino I, con el Edicto de Milán en el año 313, legalizó el cristianismo, iniciando una era de creciente influencia cristiana sobre las tradiciones romanas y, por extensión, sobre las prácticas celtas en los territorios conquistados (MacMullen, 1997).

La Iglesia, en su esfuerzo por convertir a las poblaciones paganas, adoptó una estrategia de asimilación y reinterpretación de las festividades existentes. En lugar de prohibir completamente las celebraciones arraigadas, los líderes cristianos buscaron darles un nuevo significado religioso. Este enfoque fue famosamente articulado por el Papa Gregorio I en el año 601, quien aconsejó a los misioneros no destruir los templos paganos, sino convertirlos en iglesias, y reinterpretar las fiestas paganas como celebraciones cristianas (MacMullen, 1997).

En este contexto, la festividad de Samhain y las celebraciones romanas asociadas comenzaron a fusionarse con nuevas observancias cristianas. El 13 de mayo del año 609 o 610, el Papa Bonifacio IV dedicó el Panteón romano a todos los mártires cristianos, estableciendo la Fiesta de Todos los Santos. Más tarde, en el año 835, el Papa Gregorio IV trasladó esta celebración al 1 de noviembre, coincidiendo con la fecha tradicional de Samhain (MacMullen, 1997).

Esta reubicación estratégica de la Fiesta de Todos los Santos, o «All Hallows’ Day» en inglés, dio origen al término «All Hallows’ Eve» para la noche anterior, que eventualmente se convertiría en «Halloween». La fusión de las tradiciones paganas con la nueva festividad cristiana creó una celebración sincrética que conservaba elementos de ambas culturas. Las creencias sobre los espíritus de los muertos y la delgada línea entre los mundos permanecieron, pero ahora en un contexto cristiano de conmemoración de los santos y las almas de los fieles difuntos (MacMullen, 1997).

 La globalización del Halloween

Tras la cristianización de Europa y la fusión de las tradiciones paganas con las festividades cristianas, el concepto de Halloween continuó evolucionando. Durante la Edad Media, la celebración de Todos los Santos y su víspera se extendió por toda Europa, adoptando características únicas en diferentes regiones. En Inglaterra, por ejemplo, se desarrolló la tradición del «souling», donde los pobres iban de puerta en puerta pidiendo pasteles de alma a cambio de oraciones por los difuntos (Santino, 1994).

La expansión colonial europea, especialmente la británica e irlandesa, llevó estas tradiciones al Nuevo Mundo. La migración masiva de irlandeses a Estados Unidos durante la Gran Hambruna de la década de 1840 tuvo un impacto particular en la formación del Halloween moderno. Estos inmigrantes trajeron consigo costumbres como tallar nabos (que luego se transformó en la tradición de las jack-o’-lanterns con calabazas) y la práctica del «guising», precursora del «trick-or-treat» (Santino, 1994).

En Estados Unidos, el Halloween experimentó una transformación significativa. A finales del siglo XIX y principios del XX, los esfuerzos por «americanizar» la festividad llevaron a la eliminación de muchos de sus elementos religiosos y supersticiosos. Se convirtió en una celebración más secular y comunitaria, con un enfoque en los niños y las actividades familiares. La práctica del «trick-or-treat» se popularizó en la década de 1930, y para los años 50, Halloween se había establecido firmemente como una festividad nacional en Estados Unidos (Santino, 1994).

La influencia cultural estadounidense en el siglo XX, a través del cine, la televisión y más tarde internet, llevó a una nueva ola de globalización del Halloween. Países que tradicionalmente no celebraban esta fiesta comenzaron a adoptar elementos de la versión americana. En Japón, por ejemplo, Halloween se ha convertido en una popular celebración comercial desde la década de 1990, mientras que en muchos países latinoamericanos y europeos, las tradiciones de Halloween se han fusionado con celebraciones locales del Día de Muertos o Todos los Santos, creando nuevas formas híbridas de la festividad (Santino, 1994).

Referencias

Hutton, R. (1996). The Stations of the Sun: A History of the Ritual Year in Britain. Estados Unidos: Oxford University Press.

MacMullen, R. (1997). Christianity and Paganism in the Fourth to Eighth Centuries. Estados Unidos: Yale University Press.

Rogers, N. (2002). Halloween: From Pagan Ritual to Party Night. Estados Unidos: Oxford University Press.

Santino, J. (1994). Halloween and Other Festivals of Death and Life. Estados Unidos: University of Tennessee Press.