Artículo de información
José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez
13 de julio del 2024
Juana de Arco emerge de las páginas de la historia como una figura envuelta en misterio y admiración. Esta joven campesina francesa se transformó en una pieza clave durante la Guerra de los Cien Años, liderando ejércitos y encendiendo la esperanza en el corazón de una nación. Con apenas 17 años, Juana se presentó ante el Delfín Carlos, proclamando un mandato divino para liberar Francia del dominio inglés. Su fe inquebrantable y su valentía la llevaron a encabezar la liberación de Orléans, un triunfo que no solo cambió el rumbo de la guerra, sino que la catapultó al estatus de heroína nacional.
La historia de Juana de Arco es un relato de ascenso meteórico y caída trágica. Tras liderar victorias decisivas y jugar un papel crucial en la coronación del rey Carlos VII, Juana fue capturada por sus enemigos. Sometida a un polémico juicio por herejía, demostró una asombrosa agudeza en su defensa, desafiando a sus acusadores con respuestas ingeniosas. A pesar de su valentía, fue condenada y ejecutada en la hoguera a la temprana edad de 19 años. El legado de Juana, sin embargo, perduró mucho más allá de su corta vida. Exonerada póstumamente y posteriormente canonizada, se convirtió en un símbolo perdurable de fe, patriotismo y coraje, inspirando a generaciones y capturando la imaginación de artistas e historiadores por siglos.
La Guerra de los Cien Años: El escenario de Juana de Arco
La Guerra de los Cien Años enfrentó a Francia e Inglaterra entre 1337 y 1453, convirtiéndose en el conflicto bélico más largo de la historia europea. Durante 116 años, ambas naciones lucharon por el control de territorios franceses y la legitimidad del trono galo. El conflicto se originó cuando Eduardo III de Inglaterra reclamó sus derechos al trono francés, desafiando a Felipe VI de Francia. Esta prolongada contienda alternó periodos de intensas campañas militares con treguas y lapsos de relativa paz (Valdeón Baruque, 2021).
Las primeras décadas de la guerra vieron una clara superioridad inglesa, con victorias decisivas como las de Crécy (1346) y Poitiers (1356). Bajo el reinado de Carlos V de Francia, los franceses lograron recuperar terreno gracias a la estrategia de desgaste implementada por el comandante Bertrand du Guesclin. A finales del siglo XIV, una serie de treguas y problemas internos en ambos reinos parecían encaminar el conflicto hacia su fin (Valdeón Baruque, 2021).
En 1415, el rey Enrique V de Inglaterra reanudó las hostilidades con renovado vigor. Los ingleses obtuvieron importantes victorias y, aprovechando la debilidad del monarca francés Carlos VI, lograron firmar el Tratado de Troyes en 1420. Este acuerdo establecía que el heredero al trono francés sería Enrique V de Inglaterra, dejando de lado al delfín Carlos (futuro Carlos VII). La situación para Francia parecía desesperada, especialmente cuando los ingleses pusieron sitio a la estratégica ciudad de Orleáns en 1428 (Valdeón Baruque, 2021).
Es en este contexto de crisis para Francia cuando surge la figura de Juana de Arco. En 1429, esta joven campesina se presentó ante el delfín Carlos, asegurando tener una misión divina para liberar Francia del dominio inglés. Su aparición marcaría un punto de inflexión en la guerra, revitalizando la moral francesa y desencadenando una serie de eventos que cambiarían el curso del conflicto. La intervención de Juana de Arco en el sitio de Orleáns y su papel en la coronación de Carlos VII en Reims serían fundamentales para el resurgimiento francés en las etapas finales de la Guerra de los Cien Años (Valdeón Baruque, 2021).
Los orígenes de una heroína francesa
Juana de Arco nació el 6 de enero de 1412 en Domrémy, una pequeña aldea situada en los Vosgos, en los confines de Lorena, a unos 260 kilómetros al este de París. Provenía de una familia campesina; su padre se llamaba Jacques d’Arc y su madre Isabelle Romée. Es importante notar que el apellido «d’Arc» surgió posteriormente en el siglo XV y no era utilizado en su época. De hecho, en su niñez, Juana era conocida como Juana Romée, siguiendo la costumbre de la región de conservar el apellido de la madre (Cú Salazar, 2008).
La infancia de Juana transcurrió en un entorno rural típico de la época. No aprendió a leer ni a escribir, dedicándose principalmente a las labores del hogar y ocasionalmente al trabajo en el campo como pastora. Su familia, aunque de origen humilde, gozaba de cierta estabilidad económica dentro de su comunidad agrícola (Cú Salazar, 2008).
A la edad de trece años, Juana afirmó haber experimentado un evento extraordinario que cambiaría el curso de su vida. Declaró haber escuchado por primera vez las voces del Arcángel San Miguel, Santa Margarita y Santa Catalina. Estas voces, según su testimonio, le pedían ayudar a Carlos VII, conocido como «El delfín de Francia», para resolver el conflicto con Enrique VI de Inglaterra y así asegurar el trono de Francia (Cú Salazar, 2008).
El llamado divino que Juana decía haber recibido ocurrió en el contexto de la Guerra de los Cien Años, un conflicto prolongado entre Inglaterra y Francia. Las voces le encomendaron una misión que parecía imposible para una joven campesina analfabeta: liderar al ejército francés, coronar al «delfín» como rey en Reims y expulsar a los ingleses del territorio francés. Esta experiencia mística marcó el inicio de la transformación de Juana de una simple pastora a una figura clave en la historia de Francia (Cú Salazar, 2008).
De la corte real al campo de batalla
Tras convencer a Robert de Baudricourt en Vaucouleurs, Juana de Arco fue escoltada hasta Chinon para reunirse con el delfín Carlos. El futuro rey decidió poner a prueba la autenticidad de la joven visionaria mediante una estratagema: se vistió como uno de sus cortesanos e hizo que otro se hiciera pasar por él. Al entrar en la sala, Juana identificó inmediatamente al verdadero delfín, dirigiéndose a él con seguridad. Esta demostración, junto con una conversación privada en la que Juana reveló a Carlos detalles que solo él conocía, convenció al delfín de la legitimidad de su misión divina (Mark, 2019).
A pesar de esta impresionante demostración, Carlos VII requirió una evaluación adicional de la ortodoxia y pureza de Juana. Un grupo de clérigos en Poitiers la examinó rigurosamente, declarándola finalmente una cristiana ortodoxa de buena reputación. Esta validación eclesiástica despejó el camino para que Juana participara en la crucial batalla de Orleans (Valdeón Baruque, 2021).
La llegada de Juana a Orleans en mayo de 1429 coincidió con un cambio significativo en la suerte de los franceses. La ciudad, sitiada por los ingleses durante cinco meses, experimentó un renovado vigor con la presencia de la joven, que parecía cumplir una antigua profecía sobre una doncella salvadora de Lorena. Juana asumió un papel activo en la defensa de la ciudad, animando a los ciudadanos, distribuyendo suministros y participando en los consejos de guerra (Cú Salazar, 2008).
La influencia de Juana en la estrategia militar se hizo evidente cuando abogó por acciones directas contra puntos clave de la línea inglesa. Aunque inicialmente ignorada, su persistencia llevó a un asalto exitoso en la posición de San Loup. Al día siguiente, respaldada por una milicia ciudadana inspirada por su presencia, Juana participó en otro enfrentamiento que debilitó aún más el asedio. A pesar de resultar herida en el pecho durante estos combates, Juana continuó liderando con su estandarte, inspirando a las tropas a seguir luchando. El sitio de Orleans se levantó nueve días después de su llegada, marcando un punto de inflexión en la Guerra de los Cien Años (Cú Salazar, 2008).
El éxito en Orleans catapultó a Juana a un papel prominente en la Campaña del Loira de 1429. Esta iniciativa militar, inspirada por la joven, resultó en una serie de victorias francesas en Jargeau, Meung, Beaugency y Patay. Estas victorias allanaron el camino hacia Reims, donde Carlos VII fue coronado rey de Francia en julio de 1429, con Juana de Arco a su lado (Valdeón Baruque, 2021).
La presencia de Juana en estos eventos militares y políticos transformó la narrativa de la guerra. Su participación no solo revitalizó la moral francesa, sino que también atrajo a numerosos reclutas a la causa. La coronación de Carlos VII en Reims, facilitada por las victorias inspiradas por Juana, consolidó la legitimidad del monarca francés y marcó un cambio significativo en el equilibrio de poder entre Francia e Inglaterra en el conflicto centenario (Valdeón Baruque, 2021).
La caída de la Doncella de Orleans
El destino de Juana de Arco cambió drásticamente el 23 de mayo de 1430, cuando fue capturada por los hombres del duque de Borgoña cerca de Compiègne, al norte de París. Esta derrota desafió la imagen de invencibilidad que se había forjado alrededor de la joven guerrera, poniendo en duda su supuesta misión divina. Los ingleses y sus aliados franceses aprovecharon esta oportunidad para acusarla de herejía, alegando que sus acciones eran obra del diablo y no de Dios (Théry, 2024).
Tras intensas negociaciones, los ingleses lograron que los borgoñones les entregaran a Juana a cambio de un cuantioso rescate. Una vez en su poder, la trasladaron a Ruán, capital de Normandía, donde residía el joven rey Enrique VI de Inglaterra. Allí, a finales de 1430, se inició un proceso inquisitorial contra ella, liderado por Pierre Cauchon, obispo de Beauvais y aliado de los ingleses (Théry, 2024).
El juicio, que se extendió por cinco meses, fue una muestra clara de parcialidad y manipulación. Juana tuvo que enfrentarse sola a un tribunal compuesto por cerca de cien jueces, sin derecho a un abogado defensor. Las acusaciones en su contra incluían vestirse como hombre, engañar al pueblo haciéndole creer que era una enviada de Dios, y cometer herejía. A pesar de la presión y las amenazas, Juana se defendió con astucia, evitando las trampas dialécticas de sus acusadores y ganándose la admiración del público por sus respuestas (Théry, 2024).
Finalmente, tras varios intentos de obtener una confesión, Juana fue condenada como «hereje relapsa» el 30 de mayo de 1431. Ese mismo día fue conducida a la hoguera en la plaza del Viejo Mercado de Ruán, donde murió proclamando el nombre de Jesús hasta su último aliento. Sin embargo, lejos de borrar su memoria como pretendían sus enemigos, el proceso y la ejecución de Juana de Arco solo sirvieron para acrecentar su leyenda como heroína y mártir de Francia (Théry, 2024).
El legado eterno de la Doncella de Orleans
La historia de Juana de Arco es un testimonio perdurable de fe, coraje y patriotismo que ha trascendido siglos. Desde su humilde origen como campesina en Domrémy hasta su ascenso como líder militar y figura inspiradora para la nación francesa, Juana demostró una determinación y una convicción inquebrantables. Su breve pero impactante vida, marcada por victorias militares cruciales y una trágica ejecución, dejó una huella indeleble en la historia de Francia y en la imaginación colectiva mundial.
El impacto de Juana de Arco va mucho más allá de su papel en la Guerra de los Cien Años. Su canonización en 1920 la elevó al estatus de santa patrona de Francia, solidificando su posición como símbolo nacional. A lo largo de los siglos, su figura ha sido objeto de innumerables obras de arte, literatura y estudios históricos, convirtiéndose en un ícono de resistencia, fe y empoderamiento femenino. La historia de Juana de Arco continúa inspirando y fascinando a generaciones, recordándonos el poder transformador de la convicción y el coraje en la face de la adversidad.
El impacto histórico de Juana de Arco
Juana de Arco jugó un papel decisivo en la Guerra de los Cien Años, influyendo significativamente en el curso del conflicto. Su participación en el levantamiento del sitio de Orleans en 1429 y su rol en la coronación de Carlos VII en Reims marcaron un punto de inflexión en la guerra. Estas acciones contribuyeron a revitalizar la moral francesa y a cambiar el equilibrio de poder entre Francia e Inglaterra.
Tras su ejecución en 1431, la figura de Juana de Arco continuó siendo relevante en la historia francesa. En 1456, un juicio de rehabilitación anuló su condena por herejía, iniciando un proceso de reivindicación que culminó con su canonización en 1920. Su vida y acciones han sido objeto de numerosos estudios históricos y representaciones artísticas a lo largo de los siglos, convirtiéndola en un símbolo importante en la cultura e identidad francesa.
Referencias
Cú Salazar, A. M. (6 de Abril de 2008). Catarina. Obtenido de Escuchando las voces de Juana de Arco : http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lte/cu_s_am/
Mark, J. J. (Marzo de 28 de 2019). World history. Obtenido de Juana de Arco: https://www.worldhistory.org/trans/es/1-16982/juana-de-arco/
Théry, J. (6 de Mayo de 2024). Historia national geographic. Obtenido de Juana de Arco, el proceso contra la Doncella de Orleans: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/juana-arco-proceso-contra-doncella-orleans_17260
Valdeón Baruque, J. (14 de Setiembre de 2021). Historia national geographic. Obtenido de La Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/guerra-cien-anos-entre-francia-e-inglaterra_14691