Artículo de información

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

21 de noviembre del 2024

La Unidad Vecinal Mirones surgió como respuesta al proceso de descentralización industrial y al crecimiento poblacional que experimentaba Lima durante la década de 1950. Diseñada por el arquitecto Santiago Agurto Calvo sobre una superficie de 631,572 M2 en el Cercado de Lima, su ubicación resultó estratégica al emplazarse en el antiguo paradero de tranvías que conectaba con el puerto del Callao. El nombre «Mirones» evoca la memoria histórica del lugar, donde los limeños, después del combate de Angamos, llegaban con sus sillas para observar el desarrollo de esta batalla naval, convirtiéndose en testigos silenciosos de la historia marítima peruana.

La materialización de este ambicioso proyecto urbano se benefició de la destacada participación del ingeniero César A. Cayo Murillo, cuya contribución fue fundamental en la implementación de principios modernos de planificación que caracterizaron a esta unidad vecinal. La obra se distinguió por su innovadora morfología poligonal que rompía con los esquemas tradicionales de diseño urbano de la época, consolidándose así como uno de los hitos más significativos del urbanismo peruano de mediados del siglo XX, donde la integración entre arquitectura e ingeniería permitió desarrollar soluciones habitacionales que respondían tanto a las necesidades técnicas como sociales de la población.

La génesis del proyecto habitacional (1945-1949)

Durante la década de 1940, Lima experimentó una transformación urbana significativa debido al crecimiento industrial y la migración masiva. Fernando Belaunde Terry, actuando desde su posición en la revista «El Arquitecto Peruano», propuso un plan integral que contemplaba la construcción de siete unidades vecinales: cuatro en Lima y tres en el Callao, estableciendo nuevos paradigmas para afrontar la expansión metropolitana y la crisis habitacional que enfrentaba la capital peruana (Haymes-López, 2017).

La Corporación Nacional de Vivienda, establecida en 1946, materializó las políticas gubernamentales mediante programas habitacionales estructurados que modificaron el panorama urbano limeño. Este organismo implementó metodologías innovadoras para el desarrollo residencial, considerando factores socioeconómicos, demográficos y urbanísticos que permitieron ejecutar proyectos de gran envergadura bajo estándares modernos de planificación, consolidando así una nueva visión del desarrollo urbano que priorizaba la calidad de vida de los habitantes (Haymes-López, 2017).

El racionalismo bucólico emergió como respuesta arquitectónica ante las necesidades de la época, fusionando principios funcionalistas con aspiraciones paisajísticas en busca de soluciones habitacionales integrales. Esta filosofía proyectual buscaba generar ambientes que armonizaran la eficiencia constructiva con espacios verdes abundantes, estableciendo un equilibrio entre densidad poblacional y calidad ambiental que permitiera desarrollar comunidades autosustentables dentro del tejido urbano existente, incorporando conceptos revolucionarios para la época como la zonificación funcional y la integración de servicios comunitarios en la planificación residencial (Haymes-López, 2017).

La UV3, materializada como pionera de estos conjuntos residenciales, inauguró una nueva era en el urbanismo peruano al introducir conceptos revolucionarios de organización espacial que transformaron la manera de concebir la vivienda social. Su configuración autónoma, dotada de equipamientos completos y áreas comunes generosas, estableció precedentes fundamentales para el desarrollo posterior de la vivienda colectiva en el país, convirtiéndose en referente obligatorio para estudios urbanos latinoamericanos y demostrando la viabilidad de implementar soluciones habitacionales integrales que respondieran tanto a las necesidades inmediatas de vivienda como a las aspiraciones de progreso social y desarrollo comunitario (Haymes-López, 2017).

Características y planificación espacial de la Unidad Vecinal

La UV3 se sitúa estratégicamente entre tres avenidas principales: Colonial (hoy Mariscal Benavides), Universitaria y Germán Amezaga, configurando un triángulo urbano que delimita su perímetro. Esta ubicación privilegiada, cercana a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, permitió establecer conexiones fundamentales con el tejido urbano existente, facilitando la integración del conjunto con la ciudad (Kahatt, 2015).

Los datos técnicos revelan la magnitud del proyecto: un área total de 256,332 m2, de los cuales 47,628 m2 corresponden a área construida, albergando una población objetivo de 5,500 a 6,000 habitantes. La distribución espacial, desarrollada bajo la dirección técnica del ingeniero César A. Cayo Murillo, quien aportó su experiencia como graduado de la Escuela Nacional de Ingenieros del Perú, logró una densidad de 183 habitantes por hectárea, manteniendo un extraordinario 88% de área libre que caracterizó al proyecto. Esta proporción entre espacio construido y área libre estableció un paradigma en el diseño de conjuntos residenciales de la época (Kahatt, 2015).

Las tipologías de vivienda se organizaron en bloques diferenciados que respondían a distintas necesidades familiares: edificios de cuatro pisos para multifamiliares, bloques de dos y tres niveles, y unidades que variaban desde uno hasta cinco dormitorios. El sistema constructivo empleado, basado en pórticos de concreto armado, permitió optimizar los procesos de edificación mientras garantizaba la durabilidad y calidad de las estructuras. Los bloques se dispusieron siguiendo criterios de asoleamiento y ventilación natural, maximizando el confort de los residentes (Kahatt, 2015).

El esquema de circulaciones priorizó al peatón mediante una red de senderos que articulan los diferentes sectores del conjunto. La disposición de los accesos vehiculares se limitó al perímetro, preservando el interior como un espacio exclusivamente peatonal, estrategia que fomentaba la interacción social y garantizaba la seguridad de los residentes, especialmente de los niños. Esta configuración permitía que cualquier punto del conjunto pudiera alcanzarse mediante una caminata no mayor a diez minutos, ejemplificando los principios de planificación urbana moderna que buscaban crear comunidades autosuficientes y peatonalmente accesibles (Kahatt, 2015).

Infraestructura y equipamiento comunitario

El núcleo central de la UV3 concentró servicios esenciales que garantizaban la autonomía del conjunto, siguiendo el principio de autosuficiencia característico de las unidades vecinales. Un centro comercial con 21 establecimientos, que incluía farmacias, zapaterías, panaderías y bazares, junto con un mercado sectorial, satisfacía las necesidades cotidianas de abastecimiento de los residentes, reduciendo su dependencia de otros sectores de la ciudad (Poma, 2020).

El equipamiento educativo, pieza fundamental del proyecto, se materializó en dos escuelas con capacidad para 500 alumnos cada una, siguiendo el modelo de segregación por género vigente en la época. Los centros educativos fueron diseñados considerando criterios pedagógicos modernos, con aulas orientadas para maximizar la iluminación natural y ventilación cruzada, complementadas por amplios patios y áreas deportivas que favorecían el desarrollo integral de los estudiantes. La ubicación estratégica de estas escuelas permitía que los niños pudieran acceder a ellas sin necesidad de cruzar vías vehiculares, priorizando su seguridad (Poma, 2020).

Un aspecto distintivo fue la incorporación de espacios para el desarrollo cultural y espiritual de la comunidad. El centro recreacional, equipado con un teatro para 900 espectadores, un restaurante popular y un club comunal, fomentaba la interacción social y el enriquecimiento cultural de los residentes. La iglesia, concebida como elemento tradicional del conjunto, se diseñó con una capacidad para 300 personas, incluyendo terrazas laterales que ampliaban su funcionalidad para eventos comunitarios. El centro cívico, que albergaba la agencia municipal, correos, puesto de guardia civil y posta sanitaria, centralizaba los servicios administrativos y de salud, facilitando la gestión comunitaria y la atención médica básica (Varios).

Las áreas deportivas y espacios públicos se distribuyeron siguiendo un criterio de accesibilidad universal, asegurando que ninguna vivienda se encontrara a más de 600 metros de cualquier equipamiento. Esta disposición estratégica de los servicios comunitarios, complementada por generosas áreas verdes y espacios de encuentro, materializaba el ideal de una comunidad autónoma donde sus habitantes podían desarrollar la mayoría de sus actividades cotidianas sin necesidad de largos desplazamientos, estableciendo un precedente en la planificación de conjuntos habitacionales que trascendería en el urbanismo peruano (Varios) .

La integración de estos diversos equipamientos no solo satisfacía necesidades funcionales sino que también fomentaba la construcción de una identidad comunitaria sólida, aspecto fundamental para el éxito de este modelo habitacional. Esta red de servicios y espacios comunes, cuidadosamente planificada, transformó la UV3 en un paradigma de desarrollo urbano integral, demostrando cómo la provisión adecuada de equipamientos podía elevar significativamente la calidad de vida de sus residentes (Varios).

Evolución y significado histórico

La UV3 ha experimentado transformaciones significativas desde su concepción original en 1945, enfrentando desafíos que reflejan la evolución de la sociedad limeña. La privatización gradual de espacios originalmente públicos, evidenciada en el cercamiento de áreas verdes y la modificación de usos comunes, ha alterado la visión inicial de un espacio completamente permeable y comunitario, adaptándose a las nuevas necesidades de seguridad y control que demanda la vida urbana contemporánea (Varios).

Los cambios en las dinámicas sociales y las necesidades habitacionales han llevado a modificaciones estructurales y funcionales en el conjunto. La apropiación informal de espacios, las ampliaciones no planificadas y el deterioro de algunas infraestructuras comunes plantean retos significativos para la preservación del concepto original. Sin embargo, estas transformaciones también demuestran la capacidad de adaptación del proyecto y su vigencia como modelo habitacional, manteniendo su esencia como comunidad autosuficiente a pesar de las presiones del desarrollo urbano moderno (Varios).

La relevancia histórica de la UV3 trasciende su función habitacional, constituyendo un testimonio vivo de las políticas de vivienda social en el Perú de mediados del siglo XX. Su diseño innovador, que integró conceptos de planificación urbana moderna con soluciones locales, estableció precedentes fundamentales para el desarrollo de proyectos similares en América Latina. El equilibrio logrado entre densidad habitacional, espacios comunes y equipamientos demuestra la viabilidad de crear comunidades integrales que respondan tanto a necesidades básicas como a aspiraciones de desarrollo social (Poma, 2020).

Este conjunto residencial, a más de siete décadas de su inauguración, continúa siendo objeto de estudio y referencia en el debate sobre vivienda social y planificación urbana. Las lecciones aprendidas de su implementación, evolución y adaptación resultan invaluables para enfrentar los desafíos habitacionales contemporáneos. La UV3 no solo representa un hito en la historia del urbanismo peruano, sino que también plantea reflexiones fundamentales sobre el futuro de la vivienda colectiva y la importancia de preservar el patrimonio arquitectónico moderno como testimonio de soluciones innovadoras que, adaptadas a los contextos actuales, pueden seguir contribuyendo a la construcción de ciudades más equitativas y sostenibles (Poma, 2020).

Bibliografía

Haymes-López, E. &.-C.-d.-C. (2017). La primera modernidad peruana en la Unidad Vecinal N°3 (1945-1949). . En El Arquitecto Peruano – Vivienda Social, 234-245.

Kahatt, S. (2015). Utopías construidas: Las unidades vecinales de Lima. Lima: Fondo Editorial PUCP.

Poma, M. F. (2020). Las unidades vecinales de Lima: Del proyecto residencial a la intervención para la mejora urbana. Lima: Seminario de Urbanismo, Universidad de Lima.

Varios. (s.f.). Unidad Vecinal N°3: Hacia la solución del Problema de la Vivienda. Revista El Arquitecto Peruano., 98-105, 145-152.