Artículo de información

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

29 de mayo del 2025

Las historias que abordan el racismo estructural en los Estados Unidos suelen tomar la forma de crudos dramas judiciales o violentas denuncias sociales. El Banquero (2020), dirigida por George Nolfi, elige una ruta más estratégica: la del ingenio silencioso, la inteligencia financiera y la subversión desde las grietas del sistema económico. Ambientada en la década de 1960, en plena era de la segregación racial, la película narra la historia de dos empresarios afroamericanos que se infiltran en el corazón del mundo bancario blanco, adquiriendo propiedades y otorgando préstamos a quienes eran sistemáticamente excluidos. La historia avanza con un ritmo calculado, entre pasillos de poder, acuerdos clandestinos y un propósito claro: quebrar el sistema desde adentro sin que este lo advierta hasta que sea demasiado tarde (Gil-Delgado, 2021).

La cinta, producida por Apple TV+ y protagonizada por Anthony Mackie, Samuel L. Jackson y Nicholas Hoult, combina el drama histórico con elementos de suspenso y comedia discreta, sin caer en el panfleto ni en el sentimentalismo. Su propuesta resulta refrescante porque, en lugar de mostrar a las víctimas de la opresión únicamente como tales, exhibe su capacidad de agencia, su visión estratégica y su voluntad de jugar con las mismas reglas impuestas por quienes los marginaban. Lejos de la épica tradicional, El Banquero plantea una resistencia silenciosa pero eficaz, con un fuerte componente intelectual y económico. Y en ese desplazamiento de la lucha desde las calles hacia los tableros de ajedrez financieros, la película consigue articular una crítica poderosa al capitalismo racial sin perder nunca el ritmo narrativo (Komunikazioa, 2020).

Una historia oculta del poder

El Banquero nos sitúa en los años 60 y cuenta la historia de Bernard Garrett (interpretado por Anthony Mackie), un ambicioso empresario afroamericano que sueña con romper las barreras raciales del sistema financiero estadounidense. En una sociedad que prohíbe explícitamente a los negros acceder a ciertas posiciones de poder económico, Garrett se alía con Joe Morris (Samuel L. Jackson), un hombre de negocios pragmático y carismático, para desarrollar un ingenioso plan: entrenan a Matt Steiner (Nicholas Hoult), un joven blanco, para que sea la cara visible de sus empresas, mientras ellos actúan como asesores en la sombra. A través de este ardid logran comprar edificios, bancos y establecer una red de préstamos para comunidades afroamericanas, hasta que su estrategia es descubierta y enfrentan consecuencias legales. La película combina humor, tensión y crítica social, mostrando cómo el talento y la visión pueden desafiar un sistema profundamente injusto (McCarthy, 2020).

Aunque la historia ha sido dramatizada, se basa en eventos reales. Bernard Garrett y Joe Morris existieron, y sus maniobras dentro del mundo financiero fueron parte de una lucha silenciosa contra la segregación económica. La película recupera así una página poco conocida de la historia afroamericana, donde la resistencia se construyó desde la astucia y el conocimiento del sistema que los excluía (Katz, 2020).

Uno de los aspectos más interesantes de El Banquero es su enfoque en el poder económico como herramienta de emancipación. Mientras muchas películas sobre racismo se concentran en lo emocional o en lo jurídico, esta cinta pone el foco en lo financiero: ¿quién controla el capital?, ¿quién accede a los créditos?, ¿quién posee los inmuebles? Estas preguntas, lejos de ser técnicas, son profundamente políticas. Garrett y Morris no querían solo ganar dinero; querían redistribuir el acceso a los medios de producción en una época donde ser negro implicaba no tener ni voz ni propiedad. Así, cada edificio comprado, cada préstamo otorgado, se convierte en un acto de resistencia cuidadosamente calculado (Abele, 2020).

El guion acierta al mostrar cómo los protagonistas deben no solo vencer prejuicios externos, sino también navegar en la delgada línea entre lo legal y lo éticamente necesario. Entrenar a un blanco para que actúe como representante, ocultar su verdadera identidad, operar en las sombras: todas son estrategias de supervivencia ante un sistema que no los reconoce. Pero a medida que el plan se despliega, la tensión se incrementa y surgen preguntas sobre los límites de la astucia. ¿Hasta qué punto se puede engañar al sistema sin replicar sus trampas? ¿Qué precio se paga por infiltrarse en un mundo que no te admite como igual? La película no responde con juicios morales, pero deja al espectador ante el desafío de reflexionar sobre las zonas grises de la lucha por la justicia (Komunikazioa, 2020).

Un espejo contemporáneo

Más allá del retrato histórico, El Banquero funciona como una advertencia sutil sobre los mecanismos de exclusión que aún persisten. Si bien la segregación explícita ya no existe, el acceso desigual al crédito, la concentración de propiedades y la falta de representación en los directorios financieros son realidades vigentes. La película no habla solo del pasado: interpela al presente. El espectador reconoce en sus escenas no solo una historia lejana, sino ecos de problemáticas actuales que afectan a millones de personas en diversas partes del mundo (McCarthy, 2020).

La decisión de contar esta historia a través del humor estratégico y el drama silencioso es parte del acierto narrativo de George Nolfi. En lugar de apostar por una representación melodramática, prefiere construir una tensión desde lo cotidiano: reuniones en oficinas, discusiones contables, documentos firmados en secreto. Y es precisamente ahí donde reside la potencia del relato. Porque los espacios más aparentemente aburridos —una junta bancaria, un contrato hipotecario, una clase de inversión— son en realidad donde se juegan las verdaderas guerras del poder económico (Abele, 2020).

Anthony Mackie interpreta a Garrett con una mezcla de contención y firmeza que logra transmitir la rabia contenida de quien sabe que su talento no será reconocido por el color de su piel. Samuel L. Jackson, como Morris, aporta la cuota exacta de humor, picardía y sabiduría callejera. Juntos, construyen una dinámica de mentoría y complicidad que enriquece la historia. El personaje de Steiner, el blanco entrenado, es también interesante: comienza como una marioneta insegura y termina comprendiendo la complejidad del sistema que inicialmente le beneficiaba sin esfuerzo (Katz, 2020).

En su conjunto, El Banquero logra ser una película accesible, didáctica y, a la vez, provocadora. Nos habla del pasado, pero también nos advierte sobre el presente. Nos muestra que la lucha por la igualdad no solo se libra en las calles, sino también en las juntas de accionistas, en los balances contables y en las firmas que definen quién tiene poder y quién no. Y al hacerlo, convierte una historia olvidada en una lección vigente sobre dignidad, astucia y justicia (Komunikazioa, 2020).

Referencias

Abele, R. (5 de Marzo de 2020). Los Angeles times. Obtenido de ‘The Banker,’ starring Anthony Mackie and Samuel L. Jackson, eventually earns its keep: https://www.latimes.com/entertainment-arts/movies/story/2020-03-05/banker-review-anthony-mackie-samuel-l-jackson

Gil-Delgado, F. (13 de Enero de 2021). File Siete. Obtenido de El banquero: https://filasiete.com/critica-pelicula/el-banquero/

Katz, A. (20 de Enero de 2020). Observer. Obtenido de The true story behind The Banker: https://observer.com/2020/03/the-banker-true-story-apple-tv-plus/

Komunikazioa. (27 de Febrero de 2020). Noticias de gipuzkoa. Obtenido de ‘The Banker’, una historia real que esquivó el racismo: https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/vivir/television/2020/02/27/the-banker-historia-real-esquivo-3792337.html

McCarthy, T. (4 de Enero de 2020). Hollywood reporter. Obtenido de ‘The Banker’: Film Review: https://www.hollywoodreporter.com/movies/movie-reviews/banker-review-1256473/