Artículo de información
José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez
31 de octubre del 2025
En los billares del Centro de Lima, el sonido del metal se mezcla con la nostalgia. Una bolita de corcho choca con fuerza contra las figuras pintadas que giran como soldados de una vieja ilusión. Allí, entre las risas, el olor a madera y el murmullo de las radios, nació el cariño peruano por un juego venido de lejos: el fulbito de mesa. Su presencia, persistente y cálida, atraviesa generaciones. Es símbolo de barrio, refugio de amistad y memoria de tardes sin reloj (Uribarrim, 2022).
Sin embargo, detrás de este pasatiempo popular se oculta una historia de exilio, ingenio y resistencia. Fue un poeta español —herido en la guerra y expulsado de su tierra— quien ideó este fútbol en miniatura para devolver la esperanza a los niños mutilados por las bombas. De su tragedia surgió un artefacto universal que cruzó mares y fronteras hasta hallar en el Perú un nuevo hogar. En este país, donde el juego también es identidad, el fulbito de mesa se convirtió en un idioma de comunidad y alegría (Venturini, 2022).
El origen y el inventor
El creador del futbolín moderno fue Alejandro Campos Ramírez, más conocido como Alejandro Finisterre, un gallego nacido en 1919 que convirtió su dolor en invento. Durante su convalecencia en un hospital tras un bombardeo en la Guerra Civil Española, observó a niños sin piernas y pensó que el fútbol debía sobrevivir, aunque fuera sobre una mesa. Con la ayuda del carpintero Francisco Javier Altuna, construyó en 1936 el primer prototipo con barras giratorias y jugadores de madera, patentándolo un año después en Barcelona (Uribarrim, 2022).
Finisterre fue mucho más que un inventor: era poeta, editor y anarquista. Tras perder su patente al huir por los Pirineos, se exilió en América Latina, donde siguió promoviendo la cultura del exilio republicano. En sus memorias, el futbolín representaba un gesto de humanidad: la posibilidad de que los heridos de la guerra volvieran a sonreír. Para él, el juego era un acto de justicia poética y una pequeña victoria contra la destrucción (Venturini, 2022).
Aunque existieron versiones anteriores en Inglaterra y Francia, fue la de Finisterre la que conquistó el mundo hispano. Su diseño, más cercano al cuerpo humano y al ritmo real del fútbol, definió el modelo que se expandió por América y Europa. Desde entonces, el futbolín dejó de ser un simple juguete: se convirtió en metáfora de recuperación y en símbolo de la alegría popular (Garoz, 2024).
Su creador murió en 2007, en Zamora, lejos del bullicio de las mesas que inventó. Pero su obra sobrevivió. Hoy, cada vez que una bolita rueda entre las piernas de los jugadores de madera, resucita la intención original de aquel poeta herido: devolver el movimiento a quienes la guerra había inmovilizado (Uribarrim, 2022).
Cómo llegó al Perú
El fulbito de mesa cruzó el Atlántico de manera silenciosa. Llegó al Perú hacia mediados del siglo XX, probablemente a través de comerciantes españoles y argentinos que abastecían de juegos a los clubes limeños. En los años cincuenta, los billares y bares del Centro de Lima comenzaron a exhibir mesas pequeñas junto a los sapos y mesas de billar, atrayendo a jóvenes obreros y estudiantes. El juego fue adoptado con rapidez, integrándose al ocio urbano de una capital en expansión (Dominical, 1983 ).
Durante los setenta y ochenta, el fulbito se convirtió en parte esencial de la vida cotidiana. Las familias adquirían versiones artesanales hechas por carpinteros locales, y en los colegios los recreos se llenaban de torneos improvisados. En los barrios limeños era común oír: “Vamos al fulbito de mano”, una frase que condensaba el espíritu de fraternidad de la época. En una Lima golpeada por la crisis, este juego era una forma de alegría accesible y duradera (Dominical, 1983 ).
Con el paso del tiempo, el fulbito se profesionalizó. En 2012 nació la Asociación Peruana de Fútbol de Mesa (APFM), afiliada a la Federación Internacional (ITSF). Desde entonces, el Perú ha participado en campeonatos mundiales en Torino y Hamburgo, demostrando que aquel entretenimiento de barrio podía transformarse en disciplina deportiva reconocida. Los torneos nacionales organizados por TV Perú y asociaciones privadas reavivaron el interés juvenil por esta tradición (TVPeru, 2016).
Hoy, el fulbito de mesa convive con la nostalgia y la modernidad. Se juega en ferias, universidades, bares y casas. Es parte del mobiliario emocional del país, un símbolo de resistencia frente al anonimato tecnológico. Mientras las pantallas dominan el ocio, la mesa sigue ahí: tangible, ruidosa, humana (TVPeru, 2016).
Los nombres del fulbito peruano
En el Perú, el juego adoptó varios nombres según el lugar y la época. En Lima, la expresión fulbito de mano o fulbito de mesa es la más popular. Esa palabra —fulbito— es una invención nacional, nacida del diminutivo afectivo de “fútbol”. Al añadirle “de mesa”, el pueblo la adaptó a su escala doméstica. Así, el término se volvió un reflejo del ingenio peruano para hacer suyo lo ajeno, con cariño y humor (Dominical, 1983 ).
En los colegios católicos y clubes sociales se usó también el nombre futbolín, heredado de la influencia española. En cambio, el término metegol, de origen argentino, empezó a escucharse en los años noventa por el cine y la televisión. Sin embargo, en el habla popular limeña, “fulbito de mesa” siguió siendo el nombre preferido, porque evocaba la familiaridad de lo cotidiano (Garoz, 2024).
En las regiones del sur, sobre todo en Tacna y Arequipa, algunos lo conocen como taca-taca, siguiendo la onomatopeya chilena que imita el golpeteo de las barras. Esta diversidad de nombres demuestra cómo el juego se integró en la cultura popular peruana, adquiriendo acentos y giros propios en cada zona del país (Uribarrim, 2022).
En cualquier caso, todos los nombres designan lo mismo: una pasión compartida. Sea “futbolín”, “metegol” o “fulbito de mesa”, el juego representa la alegría de estar juntos, de competir sin violencia, de celebrar un gol en miniatura. Su pluralidad lingüística es la prueba de su universalidad emocional (Venturini, 2022).
El juego y su cultura popular
En los barrios limeños, el fulbito de mesa no es un pasatiempo, sino una ceremonia. Las mesas se instalan en bodegas, clubes comunales o casas, y las partidas se juegan con la misma intensidad que un clásico futbolero. Entre risas, apuestas simbólicas y gritos de “¡gol!”, el fulbito reafirma su papel como refugio social. En tiempos de soledad o crisis, esa pequeña mesa se convierte en espacio de encuentro (Dominical, 1983 ).
Durante los años ochenta, cuando la violencia política ensombrecía el país, el fulbito de mesa sobrevivió incluso a los apagones. Bastaba una vela encendida y dos manos impacientes para que la noche recuperara su luz. Esa resiliencia hizo del juego un símbolo de resistencia cultural, un recordatorio de que la alegría también puede ser un acto de rebeldía (TVPeru, 2016).
Hoy, el fulbito de mesa sigue presente en bares, universidades y ferias, pero también en la memoria de quienes crecieron con él. Las mesas antiguas, restauradas o repintadas, son piezas de colección en cafés temáticos o casas de cultura. Verlas es recordar un tiempo donde la competencia era limpia, y la amistad valía más que la victoria (Garoz, 2024).
Más allá de sus figuras de madera y barras metálicas, el fulbito de mesa encierra una lección profunda: nos recuerda que el juego es una forma de identidad. En cada golpe de muñeco hay algo del Perú que resiste, que ríe, que sigue soñando. Y mientras haya una mesa, una bolita y dos manos dispuestas, seguirá girando la memoria de este país que aprendió a jugar incluso en la oscuridad (Uribarrim, 2022).
Referencias
Dominical, S. (12 de Julio de 1983 ). El Comercio. Obtenido de Los juegos de salón en Lima: fulbito: https://elcomercio.pe/
Garoz, J. (16 de Febrero de 2024). AS. Obtenido de Quién fue Alexandre Finisterre, el poeta gallego que inventó el futbolín y secuestró un avión: https://as.com/actualidad/sociedad/quien-fue-alexandre-finisterre-el-poeta-gallego-que-invento-el-futbolin-y-secuestro-un-avion-n/
TVPeru. (16 de Marzo de 2016). TVPerú. Obtenido de Campeonato nacional de fulbito de mesa arranca este sábado: https://www.youtube.com/watch?v=oIsGrQ_lDrs
Uribarrim, F. (21 de Julio de 2022). La voz de Galicia. Obtenido de Alejandro Finisterre. La increíble aventura del inventor del futbolín : https://www.lavozdegalicia.es/xlsemanal/historia/inventor-futbolin-alejandro-finisterre-hospital-jovenes.html?utm_source=chatgpt.com
Venturini, J. C. (15 de Agosto de 2022). Agencia Paco Urondo. Obtenido de Alejandro Finisterre: el anarquista que inventó el metegol: https://www.agenciapacourondo.com.ar/la-mano-de-dios/alejandro-finisterre-el-anarquista-que-invento-el-metegol
















