Artículo de información

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

5 de setiembre del 2025

El periodismo se encuentra en una encrucijada histórica: la irrupción de la inteligencia artificial y el crecimiento de las ciberculturas digitales han modificado no solo el modo en que se producen y distribuyen las noticias, sino también el modo en que el público las consume y evalúa. Las audiencias migran hacia redes sociales, plataformas audiovisuales y newsletters independientes, mientras los periódicos tradicionales buscan cómo mantener vigencia en medio de la abundancia de información y la desconfianza creciente. En este panorama, la pregunta es inevitable: ¿cómo debe ser el periodismo en la era de la inteligencia artificial? (Institute, 2025).

La respuesta, lejos de ser pesimista, exige una mirada esperanzadora y comprometida. La historia muestra que la prensa ha sabido adaptarse a cada revolución tecnológica, desde la imprenta hasta la televisión y la era de internet. Hoy, frente al desafío de la IA, la clave no es rechazar la innovación, sino integrarla con responsabilidad, reforzando el oficio humano y la ética como pilares. El periodismo del futuro no es la desaparición del periodista, sino su fortalecimiento: un profesional que se apoya en la tecnología para investigar mejor, llegar más lejos y servir a la sociedad con más precisión y veracidad (Manfredi Sánchez & Ufarte Ruiz, 2024).

Audiencias fragmentadas y desconfianza informativa

El ecosistema informativo contemporáneo se caracteriza por la fragmentación. En países como Estados Unidos, las redes sociales y plataformas de video han superado a la televisión y a los periódicos como principales fuentes de información, mostrando un cambio profundo en los hábitos de consumo y un alejamiento progresivo de los medios tradicionales. Este cambio va acompañado de una crisis de confianza: la abundancia de opiniones y contenidos no verificados convierte la tarea de distinguir lo verdadero de lo falso en un reto permanente (Institute, 2025).

La desinformación se ha convertido en un problema global. Más de la mitad de los usuarios de internet manifiestan estar preocupados por la dificultad de diferenciar noticias reales de fabricaciones digitales, especialmente en contextos de elecciones y conflictos internacionales. La inteligencia artificial ha intensificado esta inquietud, ya que muchos temen que su uso en redacciones pueda generar contenidos poco transparentes y manipulados. La sospecha ciudadana es clara: los lectores aceptan la IA en tareas invisibles de apoyo, pero rechazan que los textos completos provengan de algoritmos (Dang, 2024).

Esto obliga a los medios a replantear su vínculo con el público. No basta con entregar información rápida; es necesario reconstruir la credibilidad a través de transparencia y rendición de cuentas. El reto está en mostrar que la tecnología puede ser aliada y no amenaza, que la IA se usa como herramienta y no como sustituto de la labor profesional. Solo así los medios podrán recuperar la confianza perdida y volver a ser referentes en un entorno saturado (Institute, 2025).

La clave, entonces, es combinar innovación con responsabilidad. Los periódicos deben explicar cómo aplican la IA, delimitar su uso y garantizar que detrás de cada texto haya criterio humano y sensibilidad social. La credibilidad no se decreta: se gana cada día con prácticas honestas que integren lo mejor de la tradición con lo mejor de la tecnología contemporánea (Marcet, 2025).

La irrupción de la IA en las redacciones: ¿aliada o amenaza?

La incorporación de la inteligencia artificial en las redacciones creció exponencialmente a partir de 2024. Según el Instituto Reuters, este fue “el año de la integración plena de la IA en los flujos de trabajo”, con medios que ya cuentan con responsables de estrategia en este campo y que experimentan con modelos generativos para agilizar la producción de contenidos. El ejemplo de Heliograf, sistema usado por el Washington Post, muestra que ya existen algoritmos capaces de redactar noticias simples en tiempo real (Institute, 2025).

Sin embargo, la automatización despierta temores. Muchos periodistas perciben que, si la IA sustituye parte de las tareas rutinarias, podrían perderse empleos y debilitarse coberturas esenciales como la investigación o el periodismo local. La reducción de corresponsales humanos en favor de máquinas amenaza con empobrecer la calidad informativa, pues ningún algoritmo puede sustituir la sensibilidad y el contexto que aporta un reportero en el terreno (ONU, 2024).

La percepción pública coincide con esta preocupación. Estudios de opinión revelan que la mayoría de las audiencias cree que el periodismo de análisis, investigación y narración empática requiere la presencia humana. Las máquinas podrán procesar datos, pero carecen de conciencia ética, de empatía y de capacidad para rendir cuentas frente a la sociedad. Por ello, aunque la IA se incorpora en las redacciones, persiste la idea de que el periodista humano es insustituible (Dang, 2024).

El reto, entonces, no es excluir la IA, sino usarla como complemento. El periodismo debe encontrar el equilibrio entre aprovechar las capacidades de la tecnología para ganar eficiencia y, al mismo tiempo, reforzar la centralidad de la ética, la verdad y la responsabilidad cívica. Una IA que ayuda a redactar borradores, resumir documentos o traducir textos puede ser útil, siempre y cuando se reconozca que la decisión final recae en el criterio humano (Manfredi Sánchez & Ufarte Ruiz, 2024).

Desinformación 2.0: el nuevo enemigo digital

La proliferación de noticias falsas se ha visto amplificada por las tecnologías de inteligencia artificial. Hoy se pueden generar voces clonadas, imágenes fotorrealistas y videos manipulados que parecen auténticos. Los deepfakes son una amenaza real para la reputación de periodistas y medios: a inicios de 2024, un periodista francés fue víctima de una falsificación digital que imitaba su voz y manipulaba un titular suyo, distorsionando su trabajo y socavando su credibilidad (ONU, 2024).

Este tipo de casos demuestra que la desinformación no es solo un problema de consumidores distraídos, sino un ataque directo a la integridad de la profesión. Los periodistas ahora deben redoblar esfuerzos en verificación, adoptando herramientas que les permitan detectar falsificaciones digitales y desmentirlas antes de que se viralicen. En este sentido, la IA también puede ser aliada, pues ya existen algoritmos entrenados para identificar contenido manipulado (ONU, 2024).

La educación mediática de la ciudadanía es otro frente crucial. No basta con que el periodista sepa detectar un deepfake; es indispensable que el público aprenda a sospechar, a contrastar y a exigir fuentes confiables. La alfabetización digital es un pilar del nuevo periodismo, en el que la labor de informar se extiende también a la de formar lectores críticos (Manfredi Sánchez & Ufarte Ruiz, 2024).

Si se aborda con seriedad, la lucha contra la desinformación puede convertirse en un campo donde el periodismo renueve su legitimidad. La prensa puede recuperar su rol de guardiana de la verdad, apoyada en tecnología pero guiada por convicciones humanas. En un mundo de ruido digital, la palabra verificada y confiable será más valiosa que nunca (Marcet, 2025).

IA como herramienta de innovación periodística

Más allá de los riesgos, la inteligencia artificial ofrece al periodismo oportunidades para innovar. Entre ellas está la capacidad de procesar grandes volúmenes de datos, detectar patrones ocultos y ayudar a los reporteros a descubrir noticias que antes quedaban invisibles. La IA puede resumir documentos extensos, destacar frases relevantes o traducir de manera inmediata, facilitando la labor de los periodistas en un mundo globalizado (ONU, 2024).

Estas ventajas permiten liberar a los periodistas de tareas rutinarias, dándoles más tiempo para investigar y narrar historias de profundidad. Así, el oficio recupera su esencia: no ser meros reproductores de información, sino analistas, investigadores y narradores que aportan contexto y sensibilidad a la noticia. La tecnología, usada con criterio, se convierte en un aliado para fortalecer la vocación democrática de la prensa (Manfredi Sánchez & Ufarte Ruiz, 2024).

Un aspecto crucial es la personalización de contenidos. Plataformas apoyadas en algoritmos pueden adaptar las noticias a los intereses del lector, incrementando su compromiso. Si se aplican con transparencia y sin manipulación, estas estrategias pueden ayudar a reconectar con audiencias jóvenes que hoy se informan a través de redes sociales y podcasts (Institute, 2025).

Incluso en el periodismo de datos, la IA potencia la capacidad de encontrar verdades ocultas. Detectar anomalías en registros públicos, analizar bases de datos gigantescas o clasificar miles de imágenes son tareas donde la máquina sobresale, siempre bajo la supervisión de editores humanos que garanticen ética y precisión. De este modo, se demuestra que la IA no sustituye al periodista, sino que lo arma con nuevas herramientas (ONU, 2024).

El periodista humano: la esencia insustituible

En medio de la digitalización y la automatización, la esencia del periodismo sigue siendo humana. Investigar, preguntar, contrastar y sentir son tareas que ninguna máquina puede replicar. Un artículo reciente resume esta idea con claridad: la IA podrá escribir boletines, pero “nunca podrá hacer periodismo”, porque para ello se necesita empatía, compromiso social y capacidad de confrontar al poder en nombre de los ciudadanos (Marcet, 2025).

La IA, paradójicamente, puede contribuir a revalorizar la figura del periodista. En un mar de contenidos automáticos, brillará quien logre ofrecer historias originales, con sensibilidad y profundidad. La marca personal y la credibilidad se vuelven centrales: los ciudadanos confían más en un periodista de carne y hueso que en un algoritmo sin rostro (Dang, 2024).

Así, los medios que sepan conjugar innovación con ética tendrán la delantera. El público no rechaza la tecnología, pero exige claridad sobre su uso y busca garantías de que detrás de cada texto existe responsabilidad humana. La innovación debe ser entendida como un medio y no como un fin en sí mismo (Institute, 2025).

Por ello, el futuro del periodismo es esperanzador. No se trata de elegir entre humanidad o tecnología, sino de unir ambas dimensiones. La IA puede potenciar la profesión, pero la brújula seguirá siendo la conciencia del periodista, la ética del oficio y el compromiso con la verdad (Manfredi Sánchez & Ufarte Ruiz, 2024).

Referencias

Dang, S. (17 de Junio de 2024). Reuters. Obtenido de Global audiences suspicious of AI-powered newsrooms, report finds: https://www.reuters.com/technology/artificial-intelligence/global-audiences-suspicious-ai-powered-newsrooms-report-finds-2024-06-16/?utm_source=chatgpt.com

Institute, R. (17 de Junio de 2025). Institute, Reuters. Obtenido de Digital News Report 2025: https://reutersinstitute.politics.ox.ac.uk/digital-news-report/2025?utm_source=chatgpt.com

Manfredi Sánchez, J. L., & Ufarte Ruiz, M. J. (10 de Setiembre de 2024). CIDOB. Obtenido de Inteligencia artificial y periodismo: una herramienta contra la desinformación: https://www.cidob.org/publicaciones/inteligencia-artificial-y-periodismo-una-herramienta-contra-la-desinformacion

Marcet, I. (26 de Agosto de 2025). El País. Obtenido de Resistencia del periodismo contra la ‘tiranIA’: https://www.pressreader.com/spain/el-pais-nacional-1244/20250826/281646786247211

ONU. (14 de Marzo de 2024). Naciones Unidas. Obtenido de La Inteligencia Artificial y el Futuro del Periodismo: Riesgos y Oportunidades: https://unric.org/es/la-inteligencia-artificial-y-el-futuro-del-periodismo/