Artículo de opinión

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

23 de diciembre del 2023

La figura del emperador romano Calígula ha despertado fascinación y controversia a partes iguales. Su turbulenta vida y su comportamiento impredecible y muchas veces extravagante dan mucho que analizar sobre este personaje clave en la historia del Imperio Romano. En el presente artículo vamos a adentrarnos en la biografía de este complejo gobernante, buscando entender los claroscuros de su personalidad y las circunstancias que lo llevaron de ser un líder prometedor a convertirse en un déspota caprichoso.

Revisaremos su infancia y juventud, viendo cómo ciertos sucesos tempranos fueron forjando su carácter inestable. Evaluaremos su inesperado ascenso al trono y ese inicial periodo de moderación y generosidad que auguraba un reinado positivo. Analizaremos los hechos posteriores quemarcarían un dramático giro hacia la tiranía, los desmanes y escándalos públicos en su comportamiento. Por último, veremos las circunstancias que llevaron a que sus mismos allegados decidieran poner fin a su vida en un cruento asesinato. A través de este recorrido buscaremos entender algunos de los claroscuros del alma humana, ejemplificados en los turbulentos cuatro años de gobierno de Calígula.

Una infancia marcada por la tragedia

Cayo Julio César Germánico, quien pasaría a la historia con el sobrenombre de Calígula, nació un 31 de agosto del año 12 d.C. en la localidad de Antium, ubicada a orillas del mar Tirreno. Sus padres fueron Germánico, un popular general y político romano, y Agripina la Mayor. La niñez del futuro emperador estaría marcada por sucesos trágicos en el seno familiar que inevitablemente fueron forjando su temperamento (Winterling, 2011).

Cuando Calígula tenía apenas dos años, su padre Germánico fue enviado a oriente por orden del emperador Tiberio. Allí obtendría importantes victorias militares que aumentaron su prestigio y popularidad en Roma. Pero también despertaron los celos y temores del emperador, quien eventualmente decidió envenenarlo. La inesperada y prematura muerte de su padre en 19 d.C. dejó una profunda huella traumática en el joven Calígula (Winterling, 2011).

Tras enviudar, Agripina la Mayor se convirtió en una férrea protectora de los intereses políticos de sus hijos, enfrentándose repetidamente con Tiberio. Esto le granjeó el odio del emperador, quien finalmente ordenó su exilio y encarcelamiento en 29 d.C. Calígula entonces quedó bajo la tutela de Tiberio, convirtiéndose en un rehén involuntario sujeto a los caprichos de quien consideraba responsable directo de la desgracia de sus padres (Winterling, 2011).

Los años previos a asumir el manto imperial

Finalmente, en el año 33 d.C. Tiberio había decidido retirarse de Roma para gobernar desde la isla de Capri, dejando en la capital al encargado Macro. Este prefecto del pretorio comenzó entonces a preparar en secreto la transición hacia Calígula, con quien trabó amistad y alianza durante ese periodo (Knippschild, 2015).

Cuando la salud de Tiberio comenzó a deteriorarse seriamente a inicios de 37 d.C., Macro actuó rápidamente para consolidar la posición de Calígula y eliminar posibles rivales que pudieran disputarle la sucesión. En sutil desafío envió una misiva al moribundo emperador solicitando instrucciones sobre la transmisión de poder, sabiendo que ya no estaba en condiciones de responder (Knippschild, 2015).

Finalmente, el 16 de marzo del año 37, Tiberio falleció en la isla de Capri a la edad de 78 años. De forma casi simultánea, el Senado proclamó entonces a Calígula nuevo emperador de Roma, con tan sólo 24 años de edad. Comenzaba así uno de los periodos más convulsos y controversiales del Imperio (Knippschild, 2015).

Un ascenso rodeado de intrigas

La llegada de Calígula al trono imperial se dio gracias a una red de conspiraciones e intereses cruzados, más que por mérito o deseo propio. El prefecto Macro fue el gran artífice, urdiendo la trama sucesoria en alianza con Calígula mientras un Tiberio ya anciano y enfermo se retiraba de Roma (Regis Cavicchioli, 2020).

Apenas conocida la muerte de Tiberio, Macro convenció al Senado para que aceptara la farsa de un supuesto “testamento” que lo nombraba heredero. Así, un sorprendido Calígula se convirtió en emperador solo siete días después de la desaparición física de Tiberio. Era en buena parte una marioneta de Macro y los intereses de la Guardia Pretoriana (Regis Cavicchioli, 2020).

Los primeros gestos de apertura y moderación buscaban asegurarse el apoyo del establishment. Con donaciones, favores y derogando algunos impuestos, Calígula se ganó inicialmente el respaldo del Senado y el pueblo. Incluso enfermó seriamente durante los primeros meses, lo que acrecentó la simpatía pública hacia él (Regis Cavicchioli, 2020).

Sin embargo, una vez recuperado y afirmado en el poder, empezarían a notarse cambios en su forma de gobierno que anticipaban un viraje hacia el autoritarismo y la extravagancia. Sus años como rehén de Tiberio, así como su personalidad inestable, dejarían una impronta en el joven e inexperto prínceps (Regis Cavicchioli, 2020).

El punto de quiebre: de princeps ilustrado a déspota caprichoso

La grave enfermedad que casi acaba con la vida de Calígula en el año 37 d.C. parece haber actuado como punto de inflexión definitivo. Si bien ya antes habían atisbos de conducta volátil y autoritaria, el emperador se volvió progresivamente más despótico, cruel y descontrolado tras su restablecimiento (W. Adams, 2007).

Comenzó a ejecutar o exiliar a cualquiera que percibiera como enemigo o amenaza potencial, incluyendo antiguos aliados. También procedió a gastar enormes fortunas del tesoro público en caprichos personales, fiestas escandalosas y extravagantes proyectos de construcción para su propia gloria (W. Adams, 2007).

Llegó con el tiempo a afirmar abiertamente su carácter divino, exigiendo gestos de adoración y sumisión absoluta. Aquel joven que al asumir se mostraba sensible y afable, se había transformado en un tirano ególatra con poder ilimitado sobre vidas y haciendas (W. Adams, 2007).

Los historiadores sugieren que la enfermedad pudo haber afectado el equilibrio mental de Calígula. Otros apuntan al estrés post traumático tras tantos años viviendo al borde de la muerte bajo Tiberio. Sea como fuere, en poco tiempo logró alienarse el apoyo popular con su comportamiento errático y sádico (W. Adams, 2007).

El sangriento fin de un tirano aborrecido

Para inicios del año 41 d.C. el reinado de los caprichos de Calígula había llegado demasiado lejos para ser tolerado. Muchos de sus oficiales y allegados temían por sus vidas y posiciones, viendo como el emperador se hundía cada vez más en su desvarío de grandeza divina. Entonces un grupo de conspiradores comenzó a tramar secretamente acabar con su vida (W. Adams, 2007).

El cabecilla de la trama era Casio Querea, comandante de la guardia pretoriana y víctima repetida de las burlas y humillaciones públicas por parte de Calígula. El odio y rencor personal de Querea por el emperador fue crucial para que los conspiradores tramaran su asesinato durante un festival celebrado en enero del 41 d.C (Winterling, 2011).

Sabedor de antemano del plan debido a una indiscreción, Calígula no quiso posponer la celebración para no demostrar debilidad. Esa testarudez le costaría la vida. Fue así que el 24 de enero, al arribar al circo, un grupo de pretorianos se abalanzaron sobre Calígula apuñalándolo y cortándole el cuello hasta matarlo. Tenía apenas 29 años de edad (Winterling, 2011).

Con la caída de Calígula concluía uno de los períodos más controversiales y turbulentos del imperio. Su asesinato fue recibido con regocijo y alivio. El senado trataría infructuosamente de restaurar un gobierno republicano, pero el poder imperial instaurado por Augusto ya era irreversible. Solo restaba encontrar un nuevo sucesor (Knippschild, 2015).

La muerte del odiado emperador no cambiaba el hecho de que, para ese entonces, el andamiaje político del Imperio Romano giraba en torno a la figura de un emperador con poder absoluto. Así, tras diversas intrigas palaciegas y pulsos de poder entre facciones, finalmente asumió el mando imperial Cayo Julio Claudio, tío abuelo de Calígula. Con Claudio se retornaba a la dinastía Julio-Claudia y la continuidad institucional, dejando atrás el turbulento interregno dejado por su extravagante y cruel sobrino.

Referencias

Knippschild, S. (2015). Seduction and Power: Antiquity in the Visual and Performing Arts Tapa blanda. New York: Bloomsbury Academic.

Regis Cavicchioli, M. (2020). O incesto e o monstro: Uma construção da memória do Imperador Calígula. Universidade Federal da Bahia, Salvador, BA, Brasil, 1- 21. Obtenido de O incesto e o monstro: Uma construção da memória do Imperador Calígula: https://www.scielo.br/j/his/a/WDCfmnqbTQb3B6skgPLwxTm/?lang=pt#

  1. Adams, G. (2007). The Roman Emperor Gaius “Caligula” and His Hellenistic Aspirations. Florida: Brown Walker Press.

Winterling, A. (2011). Caligula: A Biography. California: University of California Press.