Artículo de información
José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez
11 de diciembre del 2023
William James Sidis fue considerado un niño prodigio, con una inteligencia extraordinaria que le permitió lograr hazañas únicas a edad muy temprana. Su coeficiente intelectual, calculado entre 250 y 300, lo convertía potencialmente en el humano más inteligente que ha existido.
Sin embargo, su vida también estuvo marcada por graves problemas emocionales y dificultades para adaptarse a la sociedad. A pesar de sus excepcionales capacidades cognitivas, no pudo aprovechar todo su potencial, debido probablemente a su falta de habilidades sociales. Tras un inicio muy mediático y prometedor, acabó aislado, anónimo y sumido en trabajos por debajo de sus posibilidades. Su historia constituye a la vez fuente de inspiración y de tristeza, al mostrar los claroscuros que puede sufrir una mente brillante como la suya.
Historia
William James Sidis nació el 1 de abril de 1898 en Nueva York, en el seno de una familia de emigrantes judíos procedentes de Ucrania. Su padre, Boris Sidis, era un psicólogo y filósofo dedicado al estudio de la mente y la conducta humana. Desde muy pequeño, Billy mostró una inteligencia y una capacidad de aprendizaje fuera de lo común. Con solo 18 meses ya leía el New York Times y mostraba gran interés en temas numéricos. A los 5 años dominaba 8 idiomas (latín, griego, francés, ruso, alemán, hebreo, turco y armenio) y pasaba largas horas absorbido por mapas geográficos y textos de historia universal (de la Morena, 2023).
Consciente del enorme potencial de su hijo, Boris diseñó un programa intensivo de aprendizaje y homeschooling para Billy, con jornadas de estudio de 8 horas diarias que abarcaban materias muy diversas. El objetivo era potenciar sus facultades al máximo. Los resultados fueron asombrosos: a los 7 años Billy pasó con éxito los exámenes de ingreso a la universidad. Con 8 años ya cursaba estudios de Matemáticas en Harvard, convirtiéndose en el estudiante más joven admitido en la prestigiosa institución, donde causó sensación entre profesores y estudiantes (de la Morena, 2023).
El interés mediático por este niño prodigio fue enorme en su época. Muchos periódicos y revistas informaban con asombro de sus proezas intelectuales. Se graduó en Harvard con tan solo 16 años y a los 17 ya había publicado su primer libro sobre geometría no euclidiana. Su coeficiente intelectual, calculado entre 250 y 300, apuntaba a que Sidis era probablemente el ser humano con mayor inteligencia en la historia de la humanidad (de la Morena, 2023).
Incomprendido y atormentado
Pese a sus extraordinarias capacidades, William James Sidis siempre tuvo grandes dificultades para integrarse socialmente y llevar una vida normal. Sufría un importante desequilibrio emocional, en buena parte causado por la enorme presión a la que fue sometido desde niño para desarrollar todo su potencial intelectual. Vivía angustiado por no estar a la altura de lo que se esperaba de él y le costaba relacionarse con personas de su edad (Lamberti, 2020).
Tras graduarse en Harvard a los 16 años, Sidis abandonó la vida académica, que tanto estrés le generaba, especialmente tener que hablar en público. Rechazó una prestigiosa oferta para continuar estudios de posgrado en matemáticas en esa misma universidad. Prefería pasar largas horas en soledad, escribiendo sobre temas muy especializados que solo él entendía, como una gramática de un idioma native americano o un tratado sobre geometrías reversibles en cuatro dimensiones. Sufría fobia social y necesidad de llevar una vida anónima, por lo que terminó empleado en oscuras oficinas haciendo trabajos rutinarios muy por debajo de sus capacidades, donde pasaba desapercibido (Lamberti, 2020).
Huida de la presión y el acoso
Varios factores influyeron en la decisión de William James Sidis de abandonar su carrera académica y recluirse del mundo. Por un lado, el hostigamiento y las burlas de las que fue objeto en Harvard por parte de compañeros envidiosos de su talento. Algunos profesores también fueron innecesariamente duros en su evaluación. Este acoso resultó traumático en alguien tan vulnerable (Montour, 1977).
Otro motivo fue el enorme estrés que suponía estar bajo constante escrutinio público y tener que estar a la altura de las enormes expectativas como «niño prodigio». Tal presión agobiaba a alguien tan perfeccionista y temeroso al fracaso como él. Sidis prefería el anonimato antes que decepcionar (Montour, 1977).
Además, su obsesivo afán por dominar por completo diversas materias rebasaba los límites académicos al uso. Necesitaba desarrollar sus propios sistemas teóricos, difícilmente encajables en un currículum convencional. Este impulso por la originalidad y la independencia intelectual le llevó a desligarse finalmente del mundo académico (Montour, 1977).
Búsqueda de aislamiento
Tras su experiencia en Harvard, Sidis se convenció de que nunca encajaría en la sociedad. Consideraba que mezclarse con el mundo era sinónimo de «contaminación» intelectual. Empezó a buscar refugio en la independencia económica y el anonimato laboral (de la Morena, 2023).
Sus excéntricas interacciones sociales en Harvard, donde monopolizaba unilateralmente las conversaciones con sus obsesiones, se volvieron patológicas. Rechazaba cualquier debate o crítica a sus teorías y sufría ataques de pánico si alguien invadía su espacio. Se recluyó progresivamente en su habitación, anticipando el posterior autoaislamiento (Lamberti, 2020).
Ya alejado de la universidad, Sidis logró pasar desapercibido como un administrativo más en Nueva York. Evitaba escrupulosamente cualquier interacción con compañeros que no fuera estrictamente laboral. Había conseguido su anhelado anonimato y aislamiento del mundo exterior (Lamberti, 2020).
Nunca aceptó ser un «incomprendido». Detestaba que esa etiqueta sirviera para relegarle a un “gueto intelectual”. De ahí su radical decisión de renunciar incluso a ejercer sus formidables talentos con tal de escapar de ella (de la Morena, 2023).
Turbulencias y problemas con la justicia
La decisión de Sidis de llevar una vida anónima y huir de la fama que había alcanzado en su infancia no estuvo exenta de dificultades. En 1919 fue arrestado durante una manifestación de socialistas en la que participó. Pasó un año en prisión tras negarse a defenderse en el juicio que le siguió, arguyendo que Estados Unidos no tenía autoridad sobre él (Pascual Estapé, 2020).
En 1944 fue detenido de nuevo, acusado de amenazar de muerte a una mujer. Sidis alegó que era una conspiración en su contra. Tras pasar unos meses en un sanatorio mental para una evaluación psiquiátrica, se determinó que no representaba un peligro para la sociedad. Pero apenas unos meses después de quedar en libertad, Sidis falleció de un derrame cerebral a los 46 años (Pascual Estapé, 2020).
La vida de quien llegó a ser considerado el niño con mayor coeficiente intelectual del mundo acabó así de forma abrupta y en la más absoluta soledad, tras pasar décadas rehuyendo la fama y el reconocimiento público que había alcanzado en sus años de prodigio infantil. Pese a su privilegiada mente, nunca logró encontrar estabilidad emocional ni el equilibrio para ser feliz (Pascual Estapé, 2020).
Referencias
de la Morena, R. (10 de Diciembre de 2023). Raquel de la Morena. Obtenido de ¿Por qué no has oído hablar de él? La triste vida de la persona más inteligente de la historia: https://raqueldelamorena.com/
Lamberti, L. (20 de Febrero de 2020). Clarin. Obtenido de William James Sidis: la triste vida del hombre más inteligente de la historia: https://www.clarin.com/viva/william-james-sidis-triste-vida-hombre-inteligente-historia_0_whUKHBLa.html
Montour, K. (1977). William James Sidis, the broken twig. American Psychologist, 32, 265–279.
Pascual Estapé, J. A. (3 de Octubre de 2020). Computer hoy. Obtenido de William James Sidis, la historia del hombre más inteligente de la historia del que nunca has escuchado hablar: https://computerhoy.com/reportajes/life/william-james-sidis-historia-hombre-inteligente-historia-nunca-has-escuchado-hablar-728533