Artículo de información
José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez
22 de agosto del 2023
Emplazada en el sur del Perú, Arequipa es actualmente la segunda ciudad más poblada del país. Pero, ¿cómo se gestó originalmente este importante centro urbano a los pies de majestuosos volcanes? Su fundación española en 1540 marcó el inicio de una rica historia que la convertiría en una de las más espléndidas urbes del virreinato peruano.
Los pobladores originarios del Valle del Chili
Antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI, la extensa área del Valle del Chili donde posteriormente se asentaría la ciudad de Arequipa se encontraba habitada por poblaciones indígenas principalmente de la etnia aymara. Estos pobladores prehispánicos se dedicaban a actividades de agricultura y ganadería de subsistencia, y tenían asentamientos dispersos a lo largo del valle (Zavala, 2018).
Cabe resaltar que dichos asentamientos eran de carácter más bien temporal y con construcciones rusticas de adobe y piedra, pues los antiguos aymaras que ocuparon esta parte del Collasuyo solían trasladar sus small villages estacionalmente para aprovechar mejor los recursos del valle (Cáceres, 2018). No existía por tanto una localidad estable de gran tamaño durante el periodo preincaico.
Esta situación variaría a partir del siglo XV, cuando los incas conquistaron e incorporaron la región de Arequipa a su imperio. Los incas introdujeron innovadoras técnicas de agricultura andina como la construcción de andenes y un complejo sistema de canales de irrigación, que permitieron ampliar y hacer más productiva la actividad agrícola en el Valle del Chili (León, 2008).
Asimismo, durante el dominio incaico se construyeron tambos (edificaciones utilizadas como albergues y centros de abastecimiento) a lo largo del tramo del Camino Real incaico que conectaba el Cuzco con la región de Arequipa y el Collasuyo, dinamizando así la ocupación y actividades en el valle (Cáceres, 2018).
La fundación española de la Villa Hermosa de Arequipa
La fundación española de Arequipa se remonta específicamente al 15 de agosto de 1540, cuando una expedición procedente del Cuzco liderada por el capitán Garcí Manuel de Carbajal arribó al fértil Valle del Chili tras un arduo viaje (Varios, 2021).
Carbajal actuaba siguiendo órdenes directas del conquistador Francisco Pizarro, quien le había encomendado la tarea de establecer una nueva villa española en la región dada su favorable ubicación y abundantes recursos. Pizarro estaba interesado en consolidar la presencia española en los territorios del sur del recientemente conquistado imperio incaico (Varios, 2021).
Tras su arribo al Valle de Chili, conocido por los nativos como «Ari-Saya», Garcí Manuel de Carbajal llevó a cabo el 22 de agosto de 1540 la ceremonia de fundación de la Villa Hermosa de Arequipa, contando para ello con la participación de religiosos católicos como los sacerdotes dominicos Luis de Ocopa y Domingo González quienes bendijeron el acto (Varios, 2021).
La nueva villa española fue erigida en una estratégica ubicación dentro del fértil valle, en las cercanías del volcán Misti y flanqueada por otros imponentes colosos andinos como el Chachani y el Pichu Pichu. Sus primeros pobladores españoles fueron un reducido grupo de apenas 35 vecinos, quienes recibieron solares urbanos y encomiendas de indígenas de la zona para iniciar el poblamiento y la explotación económica de la nueva villa (Zavala, 2018).
Sometimiento y mestizaje de la población nativa
Tras la fundación de Arequipa, la población indígena que habitaba el valle y asentamientos aledaños fue progresivamente sometida al dominio español mediante instituciones como las encomiendas y las mitas (Zavala, 2018). Bajo este nuevo sistema colonial, los nativos debieron acatar la autoridad de los encomenderos españoles que obtuvieron su mano de obra y tributos.
Asimismo, los pobladores originarios vieron su propia cultura violentamente alterada por la imposición de la religión católica, el idioma castellano y las costumbres europeas por parte de los conquistadores (León, 2008). No obstante, pese a la abrupta dominación colonial, los indígenas del valle lograron conservar varios elementos de sus antiguas tradiciones y lenguas combinándolas con las nuevas costumbres hispanas. Este singular proceso de transculturación dio origen al rico sincretismo cultural que caracterizaría a la sociedad arequipeña.
Paralelamente, desde los primeros años de la presencia española se produjo un intenso mestizaje biológico entre colonos varones y mujeres indígenas locales, dando origen a una creciente población mestiza que se convertiría en mayoritaria con el correr de las décadas. Estas uniones mixtas no siempre fueron voluntarias, reflejando las relaciones de poder coloniales (Cáceres, 2018).
Agricultura, ganadería y el inicio de la industria textil
Durante las primeras décadas después de su fundación en 1540, Arequipa tuvo un lento crecimiento debido a la necesidad de adaptarse a las duras condiciones geográficas y climáticas del árido pero fértil valle interandino donde se erigió la villa (Varios, Arequipa Peru, 2023).
En este período inicial, las principales actividades económicas que se desarrollaron en la nueva villa fueron la agricultura de subsistencia, la ganadería y el inicio del desarrollo de una incipiente industria textil local (Varios, Arequipa Peru, 2023).
La agricultura colonial inicialmente estuvo orientada al cultivo de productos de panllevar como maíz, tubérculos, hortalizas y frutales, destinados principalmente al autoabastecimiento, y en menor medida al comercio con otras ciudades cercanas como el Cuzco, capital del virreinato (Benavides, 1991).
De otro lado, la ganadería, especialmente la crianza de ovinos y en menor medida vacunos, también constituyó una actividad económica importante. La lana de oveja era utilizada como materia prima en la pequeña industria manufacturera textil que emergió en Arequipa en este período, dedicada a la producción incipiente de paños, bayetas, frazadas, alfombras y otros enseres de lana para el comercio local y regional (León, Compendio de historia de Arequipa, 2008).
La bonanza minera impulsa el crecimiento urbano de Arequipa
La situación económica y demográfica de la villa de Arequipa cambiaría drásticamente a partir de 1582, cuando se descubrieron en la zona los ricos yacimientos de plata de Santa Bárbara y Huanca (Varios, Universidad continenta, 2023). Estos importantes hallazgos mineros en el territorio de Arequipa y sus alrededores terminaron por catapultar el crecimiento de la villa como un floreciente enclave minero y comercial.
Gracias a la existencia de abundantes minerales argentíferos en sus cercanías, para el año 1596 Arequipa se había transformado en un dinámico centro de producción de plata, atrayendo a numerosos comerciantes y empresarios españoles deseosos de beneficiarse del auge minero que se prolongaría durante todo el siglo XVII (Varios, Universidad continenta, 2023).
Para dar una idea de su crecimiento, hacia el año 1600 la ahora próspera Villa Hermosa ya contaba con cinco iglesias terminadas, el Hospital de San Juan de Dios y alrededor de 150 edificaciones entre viviendas y otras construcciones urbanas (Varios, Arequipa Peru, 2023).
Asimismo, para 1640, sus habitantes llegaban a 5000, convirtiendo a Arequipa en la tercera ciudad más poblada del Virreinato del Perú, solo detrás de Lima y el Cuzco (Benavides, 1991). Este dinamismo minero y mercantil pronto se vio reflejado en la aparición de numerosas viviendas y casonas construidas con sillar por los hacendados y ricos comerciantes españoles en torno a la Plaza de Armas de Arequipa.
Vida cotidiana en la villa: religión, comercio y nacimiento del mestizaje cultural
La fundación española de Arequipa dio origen a un singular proceso de mestizaje cultural, pero también de dominación colonial sobre la antigua población nativa de la región.
La vida cotidiana en la Arequipa virreinal giraba principalmente en torno a la imposición de la religiosidad católica traída desde Europa. Las iglesias no solo eran centros de evangelización, sino también escenarios de la vida social criolla y espacios de educación (León, 2008).
El comercio textil y otras actividades artesanales constituyeron también pilares fundamentales de la economía local, donde los antiguos pobladores nativos complementaban sus cada vez más precarias actividades agrícolas con el intercambio comercial de excedentes y otros bienes de subsistencia (Cáceres, 2018).
Paulatinamente fue surgiendo una nueva sociedad profundamente mestiza en términos raciales y culturales, fruto del intenso contacto y mezcla entre españoles e indígenas locales en todos los ámbitos de la vida. Sin embargo, la sociedad arequipeña virreinal permaneció marcadamente estratificada sobre la base de criterios étnico-raciales y económicos (Cáceres, 2018).
Desarrollo urbano: de San Lázaro al damero del centro histórico
Originalmente la Villa Hermosa de Arequipa se asentó en 1540 en el área que actualmente ocupa el barrio de San Lázaro. Recién en 1573, bajo el gobierno del virrey Francisco de Toledo, se decidió trasladar la traza urbana de la ciudad hacia la ubicación que hoy corresponde al centro histórico de Arequipa (Zevallos, 1981).
Este reasentamiento del núcleo urbano respondió a la necesidad de una mejor localización y planificación de la villa ante el crecimiento experimentado en sus primeras décadas. El nuevo emplazamiento elegido en 1573 permitía un mejor acceso al abastecimiento de agua y se encontraba en un entorno más propicio para la construcción de edificaciones (Zevallos, 1981).
El centro histórico de Arequipa se erigió adoptando una característica traza reticular o de damero, común en las fundaciones urbanas españolas en América. En torno a la gran Plaza de Armas rectangular se organizó un patrón de calles que se intersecaban en ángulo recto, delimitando ordenadas manzanas (Zevallos, 1981).
La plaza mayor fue concebida como el núcleo cívico y religioso de la ciudad, flanqueada por la Catedral y edificios administrativos como el Cabildo. A partir de este centro neurálgico, las cuatro calles que delimitaban el perímetro de la plaza se convirtieron en ejes articuladores del crecimiento de la ciudad (Benavides, 1991). En torno a ellas se fueron trazando progresivamente nuevas calles y manzanas para uso habitacional, conformando la ordenada trama ortogonal o cuadricular que hoy distingue al damero fundacional de Arequipa.
Este diseño reticular original se expandió de manera concéntrica a medida que fue aumentando la población y la ciudad fue rebasando los límites del damero fundacional. En los siglos posteriores surgieron nuevos barrios habitacionales en los alrededores del núcleo central, pero la Plaza de Armas y sus monumentales edificaciones contiguas seguirían constituyendo el corazón cívico e histórico de Arequipa (Cáceres, 2018).
Apogeo constructivo en los siglos XVII y XVIII
Los siglos XVII y XVIII, gracias a la prosperidad económica derivada de la exploración de los ricas minas de plata y del comercio, constituyeron una época de gran esplendor urbanístico y arquitectónico para la ciudad de Arequipa, que se embelleció con la erección de numerosos templos, casonas señoriales y edificios públicos. (Cáceres, 2018)
Entre las construcciones religiosas que le dieron su impronta monumental a la ciudad destacan la Basílica Catedral, erigida en sillar blanco, cuya majestuosa fachada de estilo renacentista se concluyó en la segunda mitad del siglo XVII; así como otros templos insignia del periodo como la Compañía de Jesús, iniciada en 1595 y que exhibe un elaborado estilo churrigueresco; el convento de Santa Catalina, cuya construcción se inició en 1580; y las iglesias de La Merced y San Francisco (León, Compendio de historia de Arequipa, 2008).
Asimismo, la bonanza económica permitió que muchos acaudalados mineros, comerciantes y terratenientes arequipeños construyeran sofisticadas casonas y palacios alrededor de la Plaza de Armas, configurando todo un centro cívico monumental similar al de ciudades como el Cuzco (Cáceres, 2018).
El creciente éxito del comercio lanar y de otras actividades económicas también propició el desarrollo de diversos gremios y talleres artesanales (Paulet, 1852). Para la segunda mitad del siglo XVIII, Arequipa se había consolidado como una de las urbes más espléndidas del virreinato gracias a su majestuosa arquitectura en sillar, que le granjeó gran fama y renombre (Cáceres, 2018).
Referencias
Benavides, M. (1991). Arequipa en el siglo XIX: de la rebelión del Cuzco a la guerra con Chile. Arequipa: Universidad Nacional de San Agustín.
Cáceres, E. (2018). La visita general de Francisco de Toledo al sur del Perú y su impacto en la sociedad indígena. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
León, E. (2008). Compendio de historia de Arequipa. Lima: Editorial Arte Perú.
León, E. (2008). Compendio de historia de Arequipa. Lima: Editorial Arte Perú.
Varios. (21 de Setiembre de 2021). Calendario Perú. Obtenido de Día de la Fundación de Arequipa: https://www.calendarioperu.com/fechas/fundacion-de-arequipa-historia
Varios. (23 de Marzo de 2023). Arequipa Peru. Obtenido de Historia de Arequipa: https://arequipaperu.info/historia/
Varios. (14 de Agosto de 2023). Universidad continenta. Obtenido de La historia de Arequipa y su relación con el espíritu rebelde de sus habitantes: https://blogs.ucontinental.edu.pe/la-historia-de-arequipa/especiales/
Zavala, D. (2018). La independencia en Arequipa. Arequipa: Universidad Católica San Pablo.
Zevallos, J. (1981). Arequipa: Historia de su modernización. Arequipa: Universidad Nacional de San Agustín.