Artículo de opinión

José Carlos Botto Cayo

12 de diciembre 2022

Uno de los acontecimientos que ha marcado la historia de nuestro país, es sin lugar a dudas el terremoto de 1746, un evento que destruyó gran parte de Lima y el Callao, dejando una gran cantidad de pérdidas humanas y materiales. A continuación, vamos a hacer un recorrido por la historia de esos días.

El Conde de Superunda

La descripción de este desastre que enlutó la capital, nos ha llegado gracias a las narraciones de José Antonio Manso de Velasco y Sánchez de Samaniego, más conocido como el Conde de Superunda. Él tuvo en sus manos la creación de una nueva Lima y Callao, luego del gran terremoto que sacudió nuestras costas, seguido de un tsunami, que se cobró la vida de más de seis mil personas (Obando, 2022).

A raíz de la reconstrucción que se hiciera en Lima y el Callao, obtendría el título nobiliario de Conde de Superunda, otorgado por el rey Fernando VI en 1744. No cabe duda que gracias a sus narraciones, el día de hoy tenemos muchos detalles de lo acontecido en ese entonces (Peláez del Rosal, 2017).

El terremoto

Las narraciones de aquella época, mencionan que semanas antes del terremoto, las personas observaban que del mar salían exhalaciones de un vapor caliente y que, debajo de la tierra se oían ruidos como el mugir de miles de vacas y lejanos disparos de artillería. Las personas no les dieron la importancia debida a aquellos fenómenos, hasta que el viernes 28 de octubre de 1746, a las diez y media de la noche, empezaría un movimiento leve que rápidamente se convertiría en un gran terremoto y no pararía por más de cuatro largos minutos (Deira, 2011).

“Templos, conventos y edificios públicos, todos sólidamente construidos, cayeron derribados como si fueran de papel, mientras una nube de polvo cubría la ciudad de Lima y su puerto, tan espesa, que según testimonios de la población casi podía cortarse y hacía imposible la respiración” (Deira, 2011).

Se cree que el sismo fue de 8.4 en la escala de Richter, otros investigadores calculan que pudo llegar a 8.8, como dice el doctor Hernando Tavera, presidente del IGP. Para poder entender mejor el desastre, ha llegado hasta nuestros días la información que, de las 3 mil casas que había en Lima, solo quedaron en pie 25 que luego fueron demolidas. Las personas de esa época, aquellas que pudieron sobrevivir, recién pudieron ver la magnitud del desastre a la mañana siguiente, cuando todo había quedado en ruinas (Batalla, 2022).

Los hechos, como los hemos ido narrando, fueron tan extremos que marcaron la psicología de las personas de ese entonces. El sentir del nada semejante desastre de la naturaleza y ver como perdieron familiares y amigos y su propio espacio vital. Marcaron su manera de ver el mundo durante la vida colonial. Y es que ver caer grandes iglesias, bellos palacios, hospitales, la propia Universidad de San Marcos y el Tribunal del Santo Oficio, todo eso afectó el ánimo capitalino (Batalla, 2022).

Consecuencias del terremoto

Una vez pasado el terremoto, la destrucción de la ciudad fue casi total, por lo que se debían reconstruir los hospitales para poder atender a la población. En el Real Hospital San Andrés, de españoles y sus hijos, de 2449 ingresos tras el terremoto y hasta un año después murieron 290. En el de Santa Ana, para indios e indias, de 2120, murieron 422, sin contar los 42 que murieron sepultados la noche del terremoto. En el hospital de San Bartolomé de 202 murieron 75; igualmente, el Hospital del Callao, que auxiliaba a la «gente de mar y tropa», se destruyó como consecuencia del terremoto, por lo que los enfermos debían concurrir a Lima para ser atendidos, en consecuencia, hubo más muertes indirectas por la demora en el traslado (Carlos Carcelén, 2019).

Las muertes siguieron aumentando a raíz de la escasez de alimentos, la destrucción de la infraestructura hidráulica de la ciudad y de la zona agrícola aledaña, estos factores, ocasionaron una escasez de agua, y el incremento de la temperatura y la humedad por ser el inicio del verano, lo cual posibilitaron el desarrollo de una serie de epidemias, como el tifus, la sarampión, las infecciones respiratorias y gastrointestinales, que costaron la vida de 2000 habitantes de la zona de desastre desde noviembre de 1746 hasta febrero de 1747 (Vargas Ugarte, 1956).

La reconstrucción

Producto del desastre, hubo una gran cantidad de escombros, en los que se encontraban los cadáveres de los caídos, en el sismo, así como cientos de cuerpos de animales domésticos y aquellos que eran usados para el transporte y otros desechos de la zona. Esto ocasionó un fuerte hedor en el ambiente, y la rápida contaminación de los cuerpos que estaban al aire libre (Carlos Carcelén, 2019).

La distribución del agua tuvo problemas debido a la destrucción de los canales y acueductos, así mismo, los servicios quedaron en su mayoría destruidos, lo que ocasiono un periodo de hambruna en la ciudad, entre las cosas que se destruyeron tenemos el derrumbe de almacenes, panaderías y hornos, junto con la interrupción del transporte. La población de Lima contaba con las grandes bodegas del Callao, donde se almacenaban los productos importados que abastecían a la ciudad, sobre todo el trigo, los cebos, el aguardiente, las maderas y los metales como hierro y estaño. Además, los comerciantes que pudieron salvar una parte de sus mercancías de primera necesidad, aprovechando la escasez, las vendían a precios elevados. (Carlos Carcelén, 2019)

El virrey Antonio Manso de Velasco evitó el incremento de muertes, esto gracias a su rápida intervención, al ordenar la remoción de escombros y entierro masivos de cadáveres en zanjas para prevenir epidemias, la ordenó la limpieza de acueductos, el abastecimiento de alimentos y la reconstrucción de las panaderías. Evitó la especulación de los precios del trigo, prohibiendo su reventa en los caminos, del mismo modo, combatió el saqueo y la delincuencia. Esto se dio con el nombramiento de alcaldes barriales, cuyas funciones incluían evitar cualquier disturbio, detener a los ladrones, rescatar los cadáveres de las ruinas y darles cristiana sepultura. Con estas medidas no solo se buscó retomar el orden interno, sino que también brindó a los sobrevivientes un sentido de seguridad y bienestar (Carlos Carcelén, 2019).

Referencias

Batalla, C. (15 de Agosto de 2022). El Comercio. Obtenido de https://elcomercio.pe/archivo-elcomercio/terremoto-en-lima-y-el-callao-el-peor-sismo-de-la-historia-de-lima-28-de-octubre-de-1746-275-anos-prevencion-ante-sismo-nnsp-noticia/

Carlos Carcelén, D. y. (19 de Mayo de 2019). Scielo. Obtenido de http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1726-46342020000100164

Deira, J. M. (13 de Noviembre de 2011). La voz de Cádiz. Obtenido de https://www.lavozdigital.es/cadiz/20111113/sociedad/conde-superunda-20111113.html

Obando, M. (28 de Setiembre de 2022). infobae. Obtenido de https://www.infobae.com/america/peru/2022/09/29/conde-de-superunda-el-virrey-que-logro-la-reconstruccion-de-lima-y-callao-luego-del-terremoto-de-1746/

Peláez del Rosal, M. (11 de Enero de 2017). Diario Córdoba. Obtenido de https://www.diariocordoba.com/opinion/2017/01/11/conde-superunda-36723713.html

Vargas Ugarte, R. (1956). Historia del Perú. Virreinato (Siglo XVIII) 1700-1790. Lima: Librería Imprenta Gil.